Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


miércoles, 27 de agosto de 2014

UN DON LLAMADO DOWN



Aurora se mecía entre algodones reflejando su cara la luz que le regalaba la Luna, vestida de noche y plata. Sus ojos, negros y brillantes, ponían una caricia sonriente en la madre que, embelesada,  depositaba su caricia en el rostro de rasgos inesperados. 
María, cuando amamantó por vez primera al regalo de la Vida, agradeció  la vida que se gestó en sus entrañas  y percibió, más allá del nexo de unión de madre-hija, el amor por encima de la diferencia. Down, suena a Don. Un don llamado Aurora. Menuda en la grandeza. Diferente en la igualdad. Se repetía María mientras su hija dormía en la inocencia. 
Balanceando al sueño, pensaba qué pasaría mientras Aurora creciera en su jardín inmenso en el que habría que podar  rosas con espinas; abonar y regar los frutos sembrados, para que crecieran sin abrojos, ni se torcieran los caminos dispuestos para que por ellos transitara su alma. 
La madre miraba al cielo. La Luna seguía clara y vigilante, y se acurrucó en el porche, quedándose dormida.

Aurora, era una mujer fuerte y bella. Soñaba María.

La calle arrastraba las huellas cansadas de caras que reflejaban el hastío del tiempo impreciso, junto a la inseguridad, que marcaba un rictus de amargura en los paseantes a ninguna parte. Pero Aurora caminaba segura, confiada. De su mano colgaba la bolsa de la responsabilidad. Su faz dibujaba la sonrisa de quién es tan diferente, como igual; pero donde no anida la incertidumbre. Cuando llegó a su trabajo, allí era una más. Como siempre fue. Nadie escudriñaba en su rostro si en su Don llamado Down, porque era la mujer que pudo, pese al esfuerzo, hacerse un hueco en el mundo sembrado de dudas.

María, abrió los ojos y lo supo. Su hija sería la fuerza y la constancia. El avance y la igualdad.

Juntas lo lograrían.

Cuando se acercó a la cuna, Aurora le regaló su sonrisa de complicidad.

LA VOZ DE LOS DÍAS, 

El Libro es, ese paseo por la calle y el calendario, una incursión en las vidas y tantas circunstancias. Por eso también tiene un relato para esos seres tan distintos pero iguales, en la ilusión y el corazón.

Acabo de leer a una madre que ha dado una lección de respeto, humildad, humanidad y amor en su respuesta a un  (solo lo llamaré impresentable, por no manchar la voz de inmundicias) que se ha mofado en las redes llamando a su hijo, con síndrome de Down, "feo". Y esto no es sino una pincelada más en el inmenso y desproporcionado cuadro que pinta cada día la calle en las peores intenciones de quienes sin razón ni corazón, además de escudarse en el anonimato que procura un nik -a veces tan falso como las intenciones-, se permiten dañar y ofender.

Hoy no dejo un fragmento porque más allá de un rostro diferente hay una hermosura cercana, que merece contarse.